domingo, 16 de julio de 2006

De coches y vigilantes


Hoy éste es un vídeo que vería. Me encanta Sigur Ros. Ayer estuve en el concierto de Pereza en Pozuelo. Fui porque me invitó Diego Montoto y tocó antes que el grupo "ese". ¡Bravo Diego! Al final uno se lo pasa bien en esos eventos y eso que el cantante del grupo "ese" me llamó "superjunkie". A mí y a todo el público, en realidad. Dijo: "sois unos superjunkies". No sé muy bien por qué lo hizo. Quizá él lo sea. No sé que demoños significa, además. Desde luego una cosa quedó clara; ese tio es un lerdo vomitivo. Ni princesas ni leches. No creo que padezca el Síndrome de Stendhal hoy. En el concierto no vendían Malibú con piña en vaso bajo, pero si minis de whisky con pepsi. Bueno el caso es que me divertí y volví a casa solo desde Pacha, que se parece cada día más a Benicassim sin sol. No hay taxis los sábados y no tengo coche ahora. He siniestrado ya unos cuantos y de momento no me apetece siniestrar más. Antaño, cuando llevaba el coche al taller en grua, los mecánicos solían agruparse formando un numeroso grupo azul y, tras intensas deliberaciones y murmullos varios, el cabecilla me miraba imperturbable y me decía "Aquí no hay ná que hacer, pero tengo un amigo chatarrero". El obeso conductor de la grua y yo nos íbamos a la chatarrería y allí me decían "¡ostias! ¡pero que cohones es eto!". Me daban algo de dinero por el acordeón (suficiente para pagar la grua y el desayuno) y volvía a casa. Luego iba al cine en taxi a ver algo pésimo. Eso fue antes de que me quitasen el carnet un año. En mi paseo hacia casa me encontré con numerosa gente conocida de ambos sexos y se me hizo corto. Vivo a cinco minutos de Pacha andando rápido. La foto se titula "americano del sur".

Suelo pensar en una experiencia que dejó una huella imborrable en mi memoria. Hace ya unos seis años, yo iba hacia La Moraleja a las seis de la mañana para visitar una novia que tenía muy graciosa. En la intersección para coger la carretera de Burgos ví un bulto en el arcén. Al acercarme pisé el freno a tope y el coche derrapó muy cerca del bulto. Todavía no había amanecido. Al bajar del coche me acerqué a lo que resultó ser una maraña de acero desgarrado. Olía a gasolina y rueda quemada. Era un coche volcado con alguien dentro, del revés. Era un guardia de seguridad que seguramente volvía a su casa después del turno nocturno, no lo sé. Me introduje en el coche por la ventana del copiloto. No respiraba y su cara era de color violáceo. Tenía pulso y se había roto el esternón con el volante. Estaba inconsciente y no me respondía. Me puse muy nervioso y la adrenalina no me dejaba respirar bien. Pensé en sacarlo, pero es mejor no tocar a nadie en un accidente, por si tiene la columna partida. Como no respiraba y tenía pulso pensé en hacerle el boca boca o algo así, pero era imposible porque estaba dado la vuelta y mi cabeza no llegaba. Piensa, piensa. Le abrí la boca haciendo mucha fuerza. Tendría alguna lesión cerebral, porque los músculos estaban en increíble tensión. Le cogí la lengua y se la saqué. Entonces echó baba y sangre negra por la boca y empezó a respirar. Me miró con extrañeza. Luego se miró el cuerpo. Le tranquilicé y él a mí. Era un profesional de la tranquilidad. Salí y llamé a toda la policía, bomberos y Samur que pude. El Samur llegó en diez minutos y les que había hecho. Me dijeron que le había salvado la vida. Espero que estés bien, vigilante nocturno sin nombre.

"El yo solitario que gira sobre sí mismo y se nutre de sí, acaba por estrangularse en un gran llanto o risa"
(Extracto de una conversación de la película "8 y medio", de Fellini)

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